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:: Ronnie Nader, de Ecuador a la luna

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Nuestro amarillo, azul y rojo serán llevados más allá de la Tierra, adonde ningún ecuatoriano ha ido... todavía. Un niño que vio las estrellas y soñó con ellas. Un hombre que nunca permitió que lo llamaran “loco” por anhelar salir al espacio, es hoy nuestro primer astronauta.

No paró de llorar. El pequeño de 3 años hizo un berrinche completo cuando se dio cuenta de que su programa favorito de televisión –cuyo nombre desconocía– había salido del aire. Extrañaba ver a Pegaso, un caballo que volaba entre las estrellas, imaginarse volar junto a él en un cielo negro profundo, pasear con la Luna y el Sol. Por varios días esperó sentado al pie de la cama que regresara Pegaso, pero este nunca volvió. Aun en su corta edad, el niño sintió que le habían quitado la vida, que le faltaba algo valioso.

Ronnie Nader, el primer cosmonauta ecuatoriano, contaba esta historia y por ratos parecía que había viajado en el tiempo. Regresó a ser niño. A escudriñar en fragmentos de su subconsciente cuándo empezó su amor por el espacio estelar. Recordó las veces que jugó con su hermana a la nave espacial. Aquella caja vieja de cartón junto a las sillas de la sala fueron sus primeros entrenamientos para ser astronauta. “Voy a ir al espacio. Lo sé”, afirmaba con ingenua seguridad. Esa confianza peculiar que solo los niños poseen, pues a esa edad no dudan. Creen firmemente en lo que dicen.

Luego de cuatro años intensos de preparación en Rusia, Nader acaba de regresar del Centro de Entrenamiento Gargarin en Moscú con su título de astronauta bajo el brazo, marcando así un hito en nuestra historia: abrir las puertas del espacio al Ecuador.

“Habla, loco”
De 1,78 metros de estatura y vistiendo un overol oscuro, su traje de entrenamiento, Ronnie Nader Bello caminaba por la Redacción de este Diario listo para una sesión de fotos. Se mostraba serio, poco sonriente, muy observador de su entorno, sin embargo, de gran gentileza y educación. Saludó a todos a su alrededor, cedió el paso a algunas damas y les abrió la puerta. Se esforzó por caminar sin hacer sonar los zapatos, a pesar de sus pisadas fuertes. Daba la impresión de ser introvertido, tímido, o de pocos amigos, hasta que se encontró con alguien que no veía en mucho tiempo.

“Habla, loco. Qué gusto verte, hermano. ¿Cómo has estado? ¿Por dónde andas? ¿Qué haces en EL UNIVERSO?”. En fin, Nader envolvió de preguntas a su amigo, mientras le daba un gran abrazo. “Sabe, él trabajó en mi casa. Hace años que no lo veía, ¡qué bueno verlo!”, exclamó con alegría. De repente, su cara cambió. Ya no estaba tan serio como al inicio de la entrevista ni tan tímido. Cuidadoso de su privacidad, procuró no dar mayores detalles de su vida privada, mas cuando se le preguntó sobre los proyectos del espacio se convirtió en un didáctico profesor.

Empezó a detallar los beneficios de enviar experimentos ecuatorianos al espacio. Por qué lanzar un cohete desde Ecuador es más barato que hacerlo desde Estados Unidos o Rusia. Cómo se siente el cuerpo en gravedad 0. Cómo nuestros costos en telecomunicaciones bajarían. Cuántos estudiantes podrían aspirar a ser astronautas. El inmenso orgullo que sentirán los ecuatorianos cuando vean la bandera tricolor fuera de la Tierra.

Se entusiasmó explicando la posición privilegiada de nuestro país, justo en la línea ecuatorial. Pidió papel y lápiz para describir, mediante dibujos, información de velocidades, órbitas, espacios, diámetros, cuadrantes, ejes. Es que conversar con él implica desempolvar todos los conocimientos de geografía y física aprendidos en secundaria. Ronnie se intranquiliza si alguien no entiende lo que él está explicando, pero gracias a su ‘don de maestro’ es capaz de hacer ‘digerir’ cualquier información de astronomía.

Grandes cosas
Hombre de pocas palabras, se definió como introvertido, con un círculo pequeño de amigos. Comentó que valora inmensamente la honestidad y por eso sus amigos “son contados”. Nació el 10 de junio de 1967, se casó con María Mercedes Drouet, es padre de tres niños de 9, 7 y 4 años, con los que procura compartir el mayor tiempo posible, aunque esté en Rusia. “Desde allá me comunicaba por internet y los veía por cámara. Ellos me contaban sus cosas, pero debo admitir que no es lo mismo estar aquí. Escucharlos, enseñarles cuando no entienden algo, reír con ellos, compartir juntos”.

Nunca permitió que lo llamaran “loco” ante la aspiración de ser astronauta. Su madre fue el principal motor para su carrera. “Ella jamás me puso obstáculos. Siempre me hizo sentir que servía para cosas grandes. Ahora quiero hacer lo mismo con mis hijos. Que ellos sientan que están cumpliendo el rol para el cual nacieron”.

Desde su adolescencia trazó los lineamientos que más tarde le servirían en su profesión de cosmonauta. A los 13 años empezó a estudiar física nuclear, luego ganó el primer Concurso Nacional Intercolegial de Física, que ganó nuevamente al año siguiente. Amante de los números, decidió estudiar ingeniería en sistemas en la Universidad Católica, donde dirigió el laboratorio de computadoras hasta 1995. En ese año desarrolló los primeros interfaces de internet a fax y de internet a beeper. Diseñó la primera arquitectura bancaria computacional híbrida, basada en fibra óptica. Adicionalmente obtuvo una especialización en cibernética y se preparó en astrofísica.

Directo a la Luna
Nader dijo ser un autodidacta. Un científico empírico constantemente en búsqueda de la verdad. Constructor de caminos para que otros vivan la experiencia de salir al espacio. Hoy quiere alegrar a los niños ecuatorianos, decirles que ya pueden prepararse para ser astronautas. Que Ecuador formará parte de la lista de países con proyectos espaciales.

‘Ecuador al espacio’ es un grupo creado por él en el 2006, que junto a siete voluntarios más pondrán en marcha viajes suborbitales, orbitales y después de algunos años el ansiado viaje a la Luna. Esta es una iniciativa astronáutica cuyo objetivo es establecer el primer programa espacial civil en el mundo. “Queremos realizar misiones de bajo costo para masificar el acceso científico en el espacio y levantar conciencia sobre los beneficios del acceso natural del Ecuador a la órbita”.

A vomitar
Estaciones espaciales, trajes, tanques, simulación, despegue, gravedad, bicicleta del vómito fueron sus términos más utilizados. Definitivamente, para este astronauta la experiencia de su entrenamiento fue una de las más esperadas, desde que soñó ver las estrellas. A igual que él, mucha gente se ha propuesto la misma meta, sin embargo, pocos han culminado con éxito la preparación previa.

“Tuve cuatro años de trabajo en el Centro de Entrenamiento. Fue muy duro, pero mi deseo de lograrlo era mayor. Nos someten a toda clase de pruebas donde nuestro físico decae. Hay quienes vomitan o se desmayan”, relató este cosmonauta, que en un vuelo alcanzó una altura de 21 kilómetros y una velocidad de 2.734 kilómetros por hora, convirtiéndose en el ecuatoriano que más gravedad ha soportado, el que ha volado más rápido y alto en la historia aeronáutica del Ecuador.

Fidelidad de principios
Muchas palabras de su vida profesional, pocas palabras de su vida privada. Así se muestra Ronnie Nader, tres veces padre, esposo de María Mercedes, a quien confesó serle fiel desde que se casaron hace doce años. Gentil, paciente, comprensivo y maestro. Fanático de la música ochentera, de los boleros abrazado a su esposa, de la saga de la película Star Wars. Perseverante y autodidacta, se dedicó a estudiar por años con tal de alcanzar a ver las estrellas, desde afuera, a mil kilómetros de la Tierra.

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