| :: El servicio de carga tambien se modernizo en la nueva terminal
Mientras ajusta los tornillos de las ruedas de un carrito cromado para maletas, César Plúas, de 50 años, recuerda que una vez se sacó la uña del pie derecho mientras llevaba las encomiendas de un pasajero.
Plúas trabaja como cargador de maletas desde hace 22 años cuando se creó la Asociación 10 de Agosto en la antigua terminal terrestre.
Hasta el 2005, las 90 personas que ofrecían ese servicio se peleaban por conseguir clientes y regateaban el precio de su trabajo con los pasajeros.
“Los carros los conseguía cada quien, hubo un tiempo en que se usaron de madera”, recuerda Plúas, pero “como se podrían rápido por la humedad se decidió hacerlos de metal”. Además eran dueños de sus horarios y de sus ganancias.
Ahora Plúas es el jefe de Operaciones en la compañía Servicios Públicos y Privados 10 de Agosto, Servidiez S.A., constituida el 29 de enero pasado.
Esta compañía la conforman 80 de los miembros de la asociación inicial que aportaron con su propio capital ($ 750 cada uno) para crear la empresa. Contaron con el apoyo del asesor independiente Carlos Falconí, quien los ayudó para que se organicen.
Según Rodrigo Sarsoza, administrador de la renovada terminal, la idea de la Fundación era mantener al personal que ya trabajó en las antiguas instalaciones y como vieron las ganas de superación de los trabajadores los apoyaron.
Segundo Pilamunga, un chimboracense de 35 años que trabaja en la terminal desde el 2001, ahora es el gerente general de Servidiez S.A.
Mientras pega el adhesivo de esa entidad en los carritos cromados, Pilamunga relata que él lleva seis años en la Asociación y que fue presidente de esta desde el 2002 al 2006.
Félix Bodero, jefe comercial de la entidad, que ha sido maletero 18 de sus 38 años, explica que el servicio en la nueva terminal también cambiará a partir del 30 de noviembre cuando se inaugure el lugar.
Ellos pondrán cuatro cabinas de atención al público, dos ubicadas en los andenes donde llegan los buses interprovinciales e intercantonales y otras dos, cerca de la zona del parqueadero y buses urbanos.
En esas cabinas trabajarán ocho cajeras, en dos jornadas, que venderán los tiques del servicio a los usuarios: “Si usted alquila solo el carrito cromado paga un dólar, recibe un tique y lleva sus maletas; pero si además quiere que una persona le ayude, pagará $ 1,25; si la carga es de 101 a 150 libras, el costo es de 1,50; y de $ 2 si pasa las 200 libras y la distancia es larga. En los dos últimos casos se usan carretillas con una plataforma”.
El servicio se ofrecerá durante las 24 horas, por lo que se han dividido en tres grupos que trabajará de 07:00 a 15:00 de 15:00 a 23:00 y de 23:00 a 07:00 los siete días de la semana; el octavo, será su día libre.
El sueldo por ahora se realizará mediante caja común; es decir al final de la jornada las ganancias se repartirán en partes iguales.
Los 80 socios son personas de entre 22 y 62 años que provienen de diferentes provincias, como Manabí, Los Ríos, Esmeraldas, Chimborazo. Los que no participaron de la empresa son quienes pertenecen a la tercera edad y prefirieron dedicarse a otra actividad, explica Falconí.
Bodero aún no cree que va a trabajar en una moderna terminal terrestre. “Si los guayaquileños se sienten orgullosos, nosotros, que hemos visto el cambio, con más razón”, dice.
PROCESO
Capacitación
Durante todo este año los 80 socios se han capacitado en aspectos legales de la compañía, financieros y administrativos, relaciones humanas y relaciones públicas.
Planes
Además tienen planificado crear una cooperativa de ahorro y crédito, según el asesor Carlos Falconí. El jefe comercial, Félix Bodero, añade que tramitan la afiliación al Seguro Social.
Betuneros
Un trabajo similar de capacitación se ha hecho con los 20 betuneros que trabajarán en la nueva terminal. Ellos serán distribuidos en las salas de espera de la nueva terminal; cerca de los parqueaderos y en los pasillos de las boleterías.
